
El amor, la amistad, los éxitos económicos, la libertad. Todas las cosa que valen tenerse, deben ser pagadas.
Nada es gratis en el gran bazar de la vida. Mientras mejor sea lo que deseamos, mayor es el precio que debemos pagar. "La vida buena es cara, hay otra más barata pero esa ya no es vida" dice un refrán popular andaluz.
Todos tenemos insertado en nuestro cerebro un "servomecanismo" que funciona como una balanza indicadora del precio que debemos pagar con cada una de las alternativas que llegan a nosotros en un momento determinado. En ese momento, que algunos gurúes del marketing denominan "momentos de la verdad" debemos colocar en uno de los platos de la balanza, lo que estamos dispuestos a pagar por la alternativa seleccionada. En el otro plato de la balanza esta lo que nos ofrece a cambio.
Debe haber un equilibrio entre lo que estamos dispuestos a pagar y lo que nos ofrecen a cambio. Los compartimientos placer/doler de nuestro cerebro, nos indican si el equilibrio de la balanza es justo.
Si no nos sentimos bien con la lectura de nuestra balanza, es porque estamos siendo estafados o estamos estafando a alguien. Esa "alguien" puede ser una persona, un circulo de personas, su profesión, su trabajo, su gremio o la sociedad en la cual nos desenvolvemos.
Nuestra balanza indicadora del equilibrio entre lo que "damos" y "recibimos" se activa cuando estamos frente a la computadora o nuestro móvil buscando información sobre un producto que deseamos o necesitamos comprar. Igualmente cuando estamos frente al mostrador de una tienda o sentados frente al escritorio del vendedor.
En ese "momento de la verdad" nuestra balanza nos está indicando si lo que nos ofrecen es equivalente a lo que estamos dispuestos a pagar. Si la balanza no está equilibrada, damos media vuelta, buscamos otro mostrador y otro vendedor.
Observemos que no hemos Hablado de "precio" (con excepción del título) porque lo que estamos dispuestos a pagar, no necesariamente es dinero. Napoleón dijo: "Paris vale una misa", estaba expresando que era capaz de asistir a una misa (lo que no le agradaba mucho) con tal de conquistar Paris. Para algún enamorado, una sonrisa del ser amado es suficiente compensación; otro enamorado podrá ser más exigente.
En la era digital, las plataformas están creadas para socializar, nadie se mete en una red social para que le vendan algo. Las redes sociales son para intercambiar contenido. El contenido lo debemos poner en la balanza; con el tiempo nuestro seguidores eran poniendo confianza en el otro punto de la balanza. Cuando se logre el equilibrio, querrán hacer negocio con nosotros.
Ello requiere tiempo, persistencia, coherencia y pasión por lo que hacemos. Todo en la vida tiene un precio.
Aníbal Gómez. A. - Mercadologo
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